EL SABIO ANAT DE LEMURIA Y LOS ELEMENTOS
El sabio Anat, vivía en una casa de piedra rodeada de campos abiertos que si uno los cruzaba yendo al sur encontraba un arroyo de agua cristalina. Muchos campos eran de trigo y el Sabio salía
de su casa al momento justo, con el sol a medio cielo, abría sus brazos y el trigo maduraba. Los aldeanos que venían a apreciar el espectáculo se sorprendían cada año de nuevo. Los campos
danzaban sincrónicos, centenares de miles de plantas de trigo doblaban la cabeza para atrás abriéndose. Suspiraba el trigo al danzar y ese sonido inundaba la aldea. Los aldeanos recibían el
suspiro y lo traducían en sus mentes con las palabras: Finalmente libres.
El Sabio tenía ya 950 años, los años de Noé. Pero Noé, en su vejez, ya vio pasar el diluvio y eligió la salvación material, mientras Anat cuando presintió el agua venir su único pensamiento
fue la ascensión.
De hecho el Sabio Anat no tenía ni familia, ni hijos. Amaba todo lo creado y se sentía padre, madre e hijo de todo lo que se manifestaba en la Tierra. No necesitaba reproducir su sangre
porque ya era parte del Todo.
Él no hubiera aceptado el pacto de Dios con Noé: el Arco Iris. Un Dios cansado del hombre que pone el Arco Iris para que Gaia no pague las culpas del hombre y dice: “Entendí que el instinto
del corazón del hombre es malo desde su adolescencia”(Genesis 8) .
Anat y Jesús (en otros tiempos) creyeron en la evolución de la humanidad hacia un corazón más puro y eran dispuestos a sacrificar su vida para demostrarlo.
Él consideraba, siempre al igual que Jesús, que el saber racional no era necesario para la ascensión y que el problema del hombre no eran sus sentimientos sino la falta de sentimientos. Para
sus predicciones el agua llegaría cuando su civilización se haga más indiferente y el océano remplazaría su carga emocional.
Las olas del mar eran las olas de la conciencia que sube y baja hasta que logra transformarse en espuma de mar. Anat imaginaba el agua arrasar, sentía su olor, su fuerza. La soñaba invadiendo
y tragando a toda planta y ser vivo. Por eso pasaba día y noche enseñando a sus discípulos el arte de conectarse con los elementos de Gaia, que para él era la práctica más importante para la
ascensión. Si algunos de sus discípulos vieran el espíritu y la luz de cada elemento, es probable que puedan ver también su cuerpo de luz en otras dimensiones.
Quien quería aprender con Anat era invitado a sus clases que daba afuera de su casa de piedra, frente a los campos de trigo. No eran clases tradicionales. Eran clases prácticas en la
naturaleza: Los alumnos debían intentar conectarse con lo Creado.
Los alumnos podían elegir una planta, un insecto, una piedra o la misma agua que corría. Debían sentir su latido o su vibración de luz, entrar en sintonía con la vibración y sentir como la
frecuencia de la vida en los dos seres que se encontraron y se sintonizaron aumenta. Cuando el discípulo ya no se sentía separado del elemento de la naturaleza que había elegido y ya vibraba
dejándose ir en una frecuencia tan alta que no controlaba más, ahí la luz lo inundaba.
Una cosa es entrar en estado de meditación y de conexión con Gaia con algunos ejercicios, otra cosa es sentirse luz en todo momento y sobretodo con la emergencia de la caída de un continente
como Lemuria.
El sabio Anat logró hacer pasar a un estado de luz a once de sus alumnos y ellos enterraron en cristales la frecuencia de sus aprendizajes. El agua sobre Lemuria solo purifico y conservó la
Maestría de esos cristales.
Un día mis niños con un amigo encontraron cristales perfectos en mi bosque. Les dije de devolverlos al bosque. En ese momento desaparecieron los cristales y una voz de viejo me pidió:
“Que la vieja sabiduría vuelva a la luz”.
Letizia Mazzanti Ghila
DESDE LA COMARCA CON AMOR
ENTRE LEMURIA Y LAGO PUELO
(Memoria, Leyenda o Fábula)
En la Patagonia verde, Lago Puelo, contiene el espíritu y las raíces de un continente perdido. Un continente donde las personas habían desarrollado el talento de vivir en armonía con Madre
Tierra.
Los habitantes de aquel continente llamado Lemuria o Mu, hablaban con los árboles y el viento, su cuerpo estaba hecho de fuego y de tierra y su sangre se comunicaba con las aguas de nuestro
planeta azul.
Los maestros de Lemuria sentían a toda la creación a través de hilos de energía brillantes y tan finos que serían invisibles para la mayoría de nosotros y hasta inexistentes para algunos de
nuestros amigos más racionales.
Cuando los mares cubrieron Lemuria, muchos de sus habitantes fueron tragados por las aguas. Algunos, sin embargo, fueron empujados por la situación a dejar su forma material y a transformarse en
luz en dimensiones más elevadas.
Se transformaron en Elfos y maestros que viven todavía con nosotros en ciudades subterráneas y ciudades de luz, suspendidas en el aire arriba de nuestras metrópolis.
Una de las ciudades de luz subterránea se encuentra en Lago Puelo, debajo del cerro llamado Tres Picos. La ciudad se llama Trimurti por sus tres caras: la de fuego, la de agua y la de luz.
El propósito de los Trimurtianos es el de unificar los mensajes de las ballenas y de los delfines que llegan desde un agua pura en Antártida con el fuego subterráneo de los volcanes
andinos.
El lago, circundado de montañas como si se tratara de una pirámide invertida, con sus aguas color esmeralda, transmite al mundo una frecuencia de armonía que recuerda el continente perdido.
Pero la historia se hace más interesante y complicada, para nuestra mente racional, cuando entran en juego los maestros extraterrestres del planeta Arcturus que se dan cuenta de la fuerza
positiva y del gran potencial electromagnético del lugar.
Hay que confiar en las buenas intenciones de los maestros arcturianos porque provienen de la Quinta Dimensión, como los maestros lemurianos, y no viven más en nuestra frecuencia dual, donde la
competición y la corrida tras el poder pueden hacernos desconfiar.
Son unos ángeles más que nos están mirando desde el espacio y están esperando ver la evolución de la Tierra y de sus habitantes hacia un estado de conciencia sin dolor. Hacia la Puerta
Dimensional.
Nuestros amigos arcturianos proyectaron sobre Lago Puelo un cristal de enormes dimensiones del mismo color de las aguas del lago. Un cristal no material y de frecuencias de quinta
dimensión.
Nosotros que vivimos en Lago Puelo somos los guardianes del cristal. Nuestra misión es entrar en estado de paz y meditación para sintonizar las frecuencias del cristal y hacerlas bajar a la
tierra.
Si no hubieran personas dispuestas a hacer de puente para las esferas superiores, la luz y la magia estarían en peligro de alejarse por siempre de Gaia. Por suerte nuestra historia está llena de
profetas, iluminados y ángeles.
GRACIAS POR TU CORAZON.. AUTORA< ,,,,,,,,,,